viernes, 8 de enero de 2016

Vocabulario: COTARRO

Cotarro

     He aquí una palabra expresiva, un poco estrambótica y con claro matiz despectivo. Empecemos por su significado. Según el diccionario, cotarro es la ‘ladera de un monte’. Como ocurre muchas veces, a pesar de ser la primera, es la menos conocida de sus acepciones. En algunas zonas de España (Galicia, por ejemplo) se sigue llamado cotarros a pequeños picos y oteros rocosos; hay también lugares con ese nombre (ver adjunto) pero, para la mayoría de los hablantes hispanos, este es un significado desconocido.

   También es cotarro un ‘albergue para pobres y vagabundos’. Y, después de la primera, esta parece ser la acepción más antigua  porque en el diccionario de la Academia de 1783 se nos dice a propósito de la palabra: “En algunas partes se llama así el albergue en que se recogen los pobres que no tienen posada”. 
     ¿Hay relación entre el primer y segundo significados? Quizás a través de una de las frases hechas con esa palabra más utilizada: “ser el dueño (amo) del cotarro”. El paso de considerar el cotarro un lugar físico  a sentirlo como una institución o un grupo de personas más o menos desordenado, no es demasiado raro. Y de esa primera frase es fácil que surjan las más frecuentes hoy: dirigir, manejar, animar, mover, agitar… el cotarro.

    Hoy, la palabra sólo se utiliza en ese sentido figurado en el que cotarro es, peyorativamente considerada, una comunidad de personas o una actividad desarrollada por alguien. Un significado que la aleja de su origen, pues cotarro es un derivado despectivo de coto, del latín cautus ‘defendido’ ‘terreno acotado’.

    Así la utiliza Unamuno en “Intermedios lingüísticos” (1918) con toda su carga crítica:
    Lo que debemos procurar cuantos escribimos es no hacer caso alguno de esa absurda y perfectamente inútil Real Academia Española de la Lengua Castellana, perpetradora de los textos más disparatados y que hoy no es sino un cotarro más de políticos de uno y otro lado y un medio de satisfacer vanidades en unos y necesidades económicas en otros.

    Y Fernando Sabater en “Malos y malditos” afirma:
  No es fácil ser malo, porque encima que animan el cotarro salen con su imagen perjudicada: aparecen como mentirosos, rufianes, deformes, absurdos.

    Pérez-Reverte, por su parte, amplía el campo de cotarro escribiendo en “Con ánimo de ofender” …Y el calendario occidental, por el que se rige nuestro cotarro, empezó a contar con el año 1 de Jesucristo, y no con el año 0.

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