¿Hay relación entre el primer y
segundo significados? Quizás a través de una de las frases hechas con esa
palabra más utilizada: “ser el dueño (amo) del cotarro”. El paso de
considerar el cotarro un lugar físico a sentirlo como
una institución o un grupo de personas más o menos desordenado, no es demasiado
raro. Y de esa primera frase es fácil que surjan las más frecuentes hoy: dirigir,
manejar, animar, mover, agitar… el cotarro.
Hoy, la palabra sólo se utiliza en
ese sentido figurado en el que cotarro es, peyorativamente
considerada, una comunidad de personas o una actividad desarrollada por
alguien. Un significado que la aleja de su origen, pues cotarro es
un derivado despectivo de coto, del latín cautus ‘defendido’
‘terreno acotado’.
Así la utiliza Unamuno en
“Intermedios lingüísticos” (1918) con toda su carga crítica:
Lo que debemos procurar
cuantos escribimos es no hacer caso alguno de esa absurda y perfectamente
inútil Real Academia Española de la Lengua Castellana, perpetradora de los
textos más disparatados y que hoy no es sino un cotarro más de
políticos de uno y otro lado y un medio de satisfacer vanidades en unos y
necesidades económicas en otros.
Y Fernando Sabater en “Malos y
malditos” afirma:
No es fácil ser malo, porque encima
que animan el cotarro salen con su imagen perjudicada:
aparecen como mentirosos, rufianes, deformes, absurdos.
Pérez-Reverte, por su parte,
amplía el campo de cotarro escribiendo en “Con ánimo de ofender” …Y
el calendario occidental, por el que se rige nuestro cotarro,
empezó a contar con el año 1 de Jesucristo, y no con el año 0.
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