Vagabundo
El término latino vagabundus derivó en vagabundo, un concepto que se emplea en nuestra lengua como adjetivo para calificar a la persona que no tiene una residencia fija y que se traslada con frecuencia de un sitio a otro.
Por ejemplo: “Estuve dos años como vagabundo en Europa, recorriendo distintos países y tocando la guitarra a cambio de monedas”, “Hace unos días que ese vagabundo está viviendo en la plaza”, “Le ofrecí trabajo a un vagabundo pero no aceptó”.
Por lo general, la idea de vagabundo se vincula también a aquel que es vago y que decide no trabajar ya que prefiere la holgazanería. Esa falta de obligaciones y de responsabilidades le permite llevar una vida errante.
Es importante diferenciar entre el vagabundo (que no registra
domicilio y no tiene oficio ni profesión por decisión propia) y la persona
que vive forzadamente en la calle y que no cuenta con un empleo ya que
no logra conseguirlo. El vagabundo, además, se caracteriza por
trasladarse de un lugar a otro con frecuencia.
Más allá de su poco apego a los compromisos laborales y de otro tipo,
los vagabundos realizan diferentes actividades para subsistir. En
muchos casos piden limosna en la vía pública o acuden a instituciones de beneficencia para obtener comida y ropa. También pueden realizar trabajos esporádicos o informales, como limpiar ventanas o abrir las puertas de taxis. Otro método de supervivencia de los vagabundos consiste en revolver la basura en búsqueda de productos que aún tienen utilidad (como cartones que pueden venderse).
Vivir
de esta forma puede parecer imposible de imaginar para muchas personas,
pero quienes aseguran hacerlo por decisión propia tienen una serie de
razones aparentemente firmes, como ser una fuerte oposición a al sistema de gobierno y sus imposiciones,
a la discriminación y el maltrato animal, entre otros temas
controvertidos que a menudo hacen noticia por medio de manifestaciones
públicas. De alguna manera, dejar las comodidades a las que nuestra
especie se ha acostumbrado hace décadas para vivir en las calles puede
ser una forma de protesta silenciosa.
Los seres humanos parecen haber perdido el contacto con la
naturaleza, y por eso creen depender de la medicina para sobrevivir:
¿cuántas veces nos detenemos a pensar en que nuestros antepasados más
remotos no podían acudir a una consulta médica ante un accidente o un
malestar? Si bien es cierto que la “evolución” nos ha vuelto más débiles
y menos aptos para superar los problemas de salud, existen miles de personas que dan la espalda a la ciencia y consiguen vivir sanos y felices hasta la vejez.
Un vagabundo que rechaza el sistema por completo bien puede hacer uso
de los elementos naturales para mantenerse sano, además de confiar en la
sabiduría de su propio organismo.
Como es de esperarse, escoger un camino alternativo al de la mayoría
acarrea una serie de problemas, dentro de los cuales destaca la
discriminación. Los vagabundos suelen cuidar su higiene personal mucho
menos que los demás, y esto puede convertirse en una barrera que los
aleje de su entorno.
Retomando el tema de la medicina, las personas consideradas “normales”
practican el aseo personal todos los días y visitan a su médico de
confianza con cierta regularidad, además de ingerir complementos
vitamínicos para protegerse de enfermedades tales como los resfríos y la
gripe; éstas y muchas otras precauciones pueden verse amenazadas al
entrar en contacto con alguien que las ignora completamente.
En el año 1955, se estrenó en Norte América La dama y el vagabundo, la decimoquinta película de los estudios Walt Disney. Se basa en la novela homónima de Ward Greene y trata acerca de la relación entre dos perros, Reina y Tramp, que llevan vidas opuestas hasta que se conocen y se enamoran.
Extraído de DEFINICIÓN.ES
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